"Aquel chusco episodio se produjo después de una laboriosa victoria del Madrid en San Sebastián, con dos conferencias de prensa –una en Anoeta y otra en el aeropuerto de Vitoria- que manifestaron su irresistible voluntad de utilizar al periodismo como vehículo de sus obsesiones. No sólo le gusta, sino que recibe el mayor retorno que un gigantesco ego pueda concebir: la consideración de rebelde, dueño de una suprema inteligencia, siempre dispuesto a marcar la agenda del Madrid, de sus rivales, del fútbol y del periodismo. En la mayoría de los casos, se trata de las fatigosas travesuras de un consentido y no del minucioso plan de un genio.
(...)
Este mecanismo simplón –os defiendo con mi sangre para preservaros del enemigo exterior- pretende dos objetivos: reforzar un gigantesco ego y establecer una deuda moral, cercana a la extorsión, que los futbolistas deberán saldar tarde o temprano, a veces cuando hayan terminado su carrera y el entrenador les exija el pago por su sacrificio. Cualquier disidencia, duda o negativa a participar en el juego se considera una traición. La manipulación es notoria, pero suele funcionar porque el fútbol es muy permeable a estas subordinaciones infantiles y dañinas. Lo son porque el carácter de esta clase de entrenadores invita irremediablemente al ruido, la división y el enfrentamiento. La selección y algunos clubes españoles conocen muy bien este penoso proceso, que suele dejar tierra quemada.
Divisoria fue la conferencia de prensa de Mourinho tras la sufrida victoria ante el Sevilla. Entre otras cosas, dijo estar harto de ser el único defensor del Madrid, exageración que no se corresponde con el rastro de charcos que ha pisado desde su llegada a España. Apenas ha habido una semana en la que el técnico portugués no haya protagonizado algún incidente, la mayoría de ellos innecesarios. A estas alturas ha tenido problemas con un buen número de colegas, con los árbitros y con la UEFA. En la mayoría de los casos, ha pretendido mezclar sus provocadoras travesuras con la idea de un quijote sincero, romántico, víctima de amaños y conspiraciones que le dejan indefenso."
"La revuelta de un consentido". Santiago Segurola, lunes, 20 diciembre 2010.
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Este mecanismo simplón –os defiendo con mi sangre para preservaros del enemigo exterior- pretende dos objetivos: reforzar un gigantesco ego y establecer una deuda moral, cercana a la extorsión, que los futbolistas deberán saldar tarde o temprano, a veces cuando hayan terminado su carrera y el entrenador les exija el pago por su sacrificio. Cualquier disidencia, duda o negativa a participar en el juego se considera una traición. La manipulación es notoria, pero suele funcionar porque el fútbol es muy permeable a estas subordinaciones infantiles y dañinas. Lo son porque el carácter de esta clase de entrenadores invita irremediablemente al ruido, la división y el enfrentamiento. La selección y algunos clubes españoles conocen muy bien este penoso proceso, que suele dejar tierra quemada.
Divisoria fue la conferencia de prensa de Mourinho tras la sufrida victoria ante el Sevilla. Entre otras cosas, dijo estar harto de ser el único defensor del Madrid, exageración que no se corresponde con el rastro de charcos que ha pisado desde su llegada a España. Apenas ha habido una semana en la que el técnico portugués no haya protagonizado algún incidente, la mayoría de ellos innecesarios. A estas alturas ha tenido problemas con un buen número de colegas, con los árbitros y con la UEFA. En la mayoría de los casos, ha pretendido mezclar sus provocadoras travesuras con la idea de un quijote sincero, romántico, víctima de amaños y conspiraciones que le dejan indefenso."
"La revuelta de un consentido". Santiago Segurola, lunes, 20 diciembre 2010.
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