Ya hemos hablado alguna vez de la gran labor que la prensa nacional-madridista está llevando a cabo en defensa de los derechos humanos; hasta ahora sólo se habían preocupado por los derechos de Cristiano Ronaldo y Jose Mourinho, pero sabíamos que pronto ampliarían su encomiable esfuerzo hasta otros colectivos perseguidos.
Hoy publica As un artículo de denuncia, firmado por un periodista de investigación de profesionalidad contrastada como Tomás Roncero.
El artículo no tiene desperdicio, como anticipa el titular: "Los Mossos prohibieron símbolos del Real Madrid". La prosa poética y preciosista de Roncero se desgrana en todo su esplendor:
"El domingo no fue tan feliz para los madridistas como se podría presumir tras el 0-1 ante el Espanyol. Al menos para los 102 miembros de la Federación de Peñas Madridistas de Cataluña (FEPEMAC), que se encontraron con una desagradable sorpresa al llegar a la Puerta 52 de Cornellà-El Prat, donde estaba el acceso directo a la zona VIP que habían reservado y pagado (90 euros cada entrada) para ver a su Real Madrid
Al intentar acceder a la zona VIP que teníamos reservada, los Mossos d'Esquadra nos dijeron que nos quitásemos cualquier símbolo que lleváramos del Madrid, ya fueran bufandas, camisetas, pines y... ¡hasta pantalones de chándal! " (qué entrañable ese "su Real Madrid").
Como muy acertadamente nos advierte Roncero, "El relato no tiene desperdicio":
"Nuestras mujeres y niños no entendían nada porque había que explicarles que debían quitarse hasta su camiseta interior por llevar algo que simbolizase al Madrid. Algún niño lloró de impotencia...". Tengo que confesar que casi he llorado al leer este pasaje que, sin duda, recordará a cualquier persona sensible los peores tiempos del apartheid. Por cierto, ¿se han dado cuenta de lo reaccionario y machista que es este "Nuestras mujeres y niños"? Habla de las mujeres como si fuese seres indefensos como los niños; me ha recordado las caravanas del oeste, con los hombres defendiendo a las "mujeres y niños" de los indios...
Pero la brutalidad policial no terminó allí, sinó que "el asunto se puso tan feo que un peñista se quedó sin ver el partido por decirles que era una vergüenza y que esto atentaba contra cualquier derecho constitucional. Los Mossos le cogieron la entrada y se la rompieron con esta amenaza firme: el próximo que diga algo tampoco verá este partido".
Dejando de lado el tono sensiblero del artículo, las contradicciones (fruto sin duda de recordar tan doloroso episodio) que se presentan son sonrojantes: denuncia que "Los miembros de seguridad del Espanyol nos dijeron que la medida de los Mossos d'Esquadra había sido tomada porque los aficionados españolistas habían amenazado con ir a por los del Real Madrid y liarla..." pero después admiten indirectamente que la amenaza era real y fundamentada pues "...En el campo todo fue más o menos bien mientras se mantuvieron las tablas en el marcador, pero a partir del gol de Marcelo parte de la grada de la Curva Jove no paró de tirar piedras, monedas, caramelos, etc," Piedras, monedas... ¡Y caramelos! Curiosa combinación.
Y termina la denuncia con un grito de denuncia: "Pepe Ribó concluye con que lo sucedido es anticonstitucional y atenta contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948."
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