Mourinho nos muestra dos de sus facetas. Una la sorprendente, aportando serenidad al debate generado por la apuesta del presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, acerca del resultado de la final de Copa del Rey.
Y la otra, la menos sorprendente del victimismo recurrente del portugués, con esas afirmaciones melodramáticas que tanto le gustan: "si lo digo yo voy a la cárcel".
Sólo hace falta ver la portada de Marca para darse cuenta de que la respuesta ha sido igual o superior a la que crean sus afirmaciones. La diferencia sería que las declaraciones de Rosell han generado casi exclusivamente rechazo, incluso entre medios barcelonistas; en cambio las declaraciones de Mourinho, por muy disparatadas que sean, siempre encuentran apoyo en un sector nada minoritario del madridismo.
Y la otra, la menos sorprendente del victimismo recurrente del portugués, con esas afirmaciones melodramáticas que tanto le gustan: "si lo digo yo voy a la cárcel".
Sólo hace falta ver la portada de Marca para darse cuenta de que la respuesta ha sido igual o superior a la que crean sus afirmaciones. La diferencia sería que las declaraciones de Rosell han generado casi exclusivamente rechazo, incluso entre medios barcelonistas; en cambio las declaraciones de Mourinho, por muy disparatadas que sean, siempre encuentran apoyo en un sector nada minoritario del madridismo.
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