Parece ser que entre las preocupaciones del nuevo ministro de Deporte, está la integridad tanto psicológica como física de Cristiano Ronaldo. Oigan, no digo que no sea importante, pero tanto como para merecer un artículo exclusivo de un futuro ministro...
"Qué está pasando con Cristiano Ronaldo por esos campos de Dios? Aparte del Bernabéu, donde desde su histórica presentación, la gente espera con ansiedad que empiece a hacer los milagros que justifiquen el nacimiento de un nuevo culto, las primeras señales que se reciben de los estadios en los (dos) partidos oficiales en los que ha intervenido, Cornellà y Zúrich, apuntan a que en tiempo récord ha conseguido convertirse en un icono fóbico, alguien en quien descargar las iras y frustraciones que, entre otras cosas, se lleva la gente al campo para aliviarlas. En Cornellà, una sonora pitada le acompañó cuando salió a calentar a la banda y en Zúrich la cosa fue más lejos, con un sorprendente cántico en español a cargo de la hinchada suiza, que se tomó el trabajo de aprender en otro idioma esa expresión que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha considerado como insuficiente para justificar el despido de un empleado que la dirigió a su jefe. O sea, "hijo de p...".
La primera explicación, la futbolística, no parece convincente. Si en Cornellà o en Zúrich le hubieran calentado los oídos después de los goles entenderíamos que era una pura reacción contra el killer de sus ilusiones. Pero no es el caso. Fueron pitadas e insultos preventivos, aunque, a la vista de los resultados, muy poco efectivos. Hay que buscar la explicación por otro lado.
(...)
A CR le toca apechugar con la inevitable condición de icono de una forma de entender el fútbol como espectáculo que reposa en el star system. Y al igual que es muy probable que para el madridismo esa condición icónica le valga la adoración de los seguidores (de lo que no cabe duda es de que es un crack y en el Madrid va a alcanzar el culmen de su carrera) es igualmente probable que se convierta irremediablemente en el objeto fóbico de las aficiones rivales, que condensarán en él no sólo la rabia de la temida derrota, sino la frustración ante la asimetría -que no provoca sólo ni principalmente Cristiano, pero que le toca representar- entre los poderosos y los modestos, entre los have y los have not. El precio de la gloria, que se decía antes.
Cristiano es -parece- suficientemente inteligente como para procesar esto sin que le afecte al rendimiento. A mi impenitente madridismo le preocupa más que pasemos de los cánticos y los silbidos a los tobillos o a las rodillas. Eso sí que sería lamentable no ya para los madridistas sino para todos los que aman el fútbol. Atentos a la jugada." [José Ignacio Wert, en As]
"Qué está pasando con Cristiano Ronaldo por esos campos de Dios? Aparte del Bernabéu, donde desde su histórica presentación, la gente espera con ansiedad que empiece a hacer los milagros que justifiquen el nacimiento de un nuevo culto, las primeras señales que se reciben de los estadios en los (dos) partidos oficiales en los que ha intervenido, Cornellà y Zúrich, apuntan a que en tiempo récord ha conseguido convertirse en un icono fóbico, alguien en quien descargar las iras y frustraciones que, entre otras cosas, se lleva la gente al campo para aliviarlas. En Cornellà, una sonora pitada le acompañó cuando salió a calentar a la banda y en Zúrich la cosa fue más lejos, con un sorprendente cántico en español a cargo de la hinchada suiza, que se tomó el trabajo de aprender en otro idioma esa expresión que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha considerado como insuficiente para justificar el despido de un empleado que la dirigió a su jefe. O sea, "hijo de p...".
La primera explicación, la futbolística, no parece convincente. Si en Cornellà o en Zúrich le hubieran calentado los oídos después de los goles entenderíamos que era una pura reacción contra el killer de sus ilusiones. Pero no es el caso. Fueron pitadas e insultos preventivos, aunque, a la vista de los resultados, muy poco efectivos. Hay que buscar la explicación por otro lado.
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A CR le toca apechugar con la inevitable condición de icono de una forma de entender el fútbol como espectáculo que reposa en el star system. Y al igual que es muy probable que para el madridismo esa condición icónica le valga la adoración de los seguidores (de lo que no cabe duda es de que es un crack y en el Madrid va a alcanzar el culmen de su carrera) es igualmente probable que se convierta irremediablemente en el objeto fóbico de las aficiones rivales, que condensarán en él no sólo la rabia de la temida derrota, sino la frustración ante la asimetría -que no provoca sólo ni principalmente Cristiano, pero que le toca representar- entre los poderosos y los modestos, entre los have y los have not. El precio de la gloria, que se decía antes.
Cristiano es -parece- suficientemente inteligente como para procesar esto sin que le afecte al rendimiento. A mi impenitente madridismo le preocupa más que pasemos de los cánticos y los silbidos a los tobillos o a las rodillas. Eso sí que sería lamentable no ya para los madridistas sino para todos los que aman el fútbol. Atentos a la jugada." [José Ignacio Wert, en As]
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