"Las primeras señales se detectaron en los malos tratos hacia determinados individuos, como su antecesor en el Madrid, Manuel Pellegrini, cuando declaró que nunca trabajaría en un club como al que se había traspasado, el Málaga (de paso, insultó a toda una ciudad); como Manolo Preciado, el españolísimo y muy querido entrenador del Sporting de Gijón, que respondió que Mourinho era "un canalla"; y, lo peor, Jorge Valdano, el director general del Real Madrid, antiguo jugador y entrenador del equipo y además campeón del mundo con Argentina, al que despreció y humilló sin ningún disimulo (¿no podría haber librado su batalla personal en privado?) hasta que logró echarle del club.
Y luego, los berrinches. Muchas de las ruedas de prensa de Mourinho han sido como sesiones públicas de psicoanálisis en las que descarga sus agravios contra el mundo, contra el destino o, por decirlo de otra manera, contra los árbitros o los jugadores rivales. Con la ceguera de un fundamentalista, es incapaz de reconocer que existen argumentos en su contra, que los árbitros se equivocan con el Barcelona tanto como con el Real Madrid, que si algún jugador rival finge, los suyos a veces fingen también. Su "¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?" la temporada pasada tras caer derrotado en la Liga de Campeones contra el Barcelona pasará a la historia, el equivalente futbolero al clamor de un Camus o un Sartre contra la apatía del universo, o la de un creyente dolido contra la injusticia divina."
"Es casi inevitable concluir que el motivo por el cual Mourinho cae tan mal entre tantos españoles (y más y más en el resto del mundo, ya que el Real Madrid es un fenómeno global) es que combina dos cualidades poco admirables en un ser humano: la inmadurez de un adolescente complicado con la intolerancia y la exigencia de lealtad absoluta de un dictador militar. Decía precisamente esto sobre Mourinho un conocido personaje del fútbol español en una conversación esta semana. Lo que le caracteriza, agregó, es un egocentrismo tan total que le da igual que el equipo a su mando sea el Madrid, el Chelsea, el Oporto o el Inter con tal de crear ejércitos en cuyos triunfos él se pueda vanagloriar; el fútbol es su escenario, pero no da ninguna sensación de amar el deporte en sí, como manifiestamente lo aman rivales suyos como Guardiola, o Alex Ferguson (del Manchester United), o Jorge Valdano. Lo suyo igual podría haber sido el béisbol, la banca o la política. Sería una traición mencionar el nombre del conocido personaje que citamos, pero tampoco es tan descabellada, o incluso tan especialmente aguda, su opinión. En realidad, es tan difícil de refutar como el brillante palmarés profesional del que Mourinho goza.
Como suele ser el caso en los adolescentes difíciles y los dictadores, el personaje que Mourinho expone al público (¿quién sabe, repetimos, cómo es en casa o con sus mejores amigos?) parece carecer de inteligencia emocional. Todos metemos la pata de vez en cuando, insultando al prójimo sin necesariamente querer hacerlo, delatando nuestras inseguridades o vanidades. Cuando lo recordamos, lo normal es ruborizarse y prometernos a nosotros mismos que no se va a repetir. Mourinho mete la pata una y otra vez, cayendo en el ridículo o el oprobio sin arrepentirse o siquiera, aparentemente, darse cuenta. No siente ninguna necesidad de corregir su comportamiento y, como carece de una figura paterna que le reprenda (más bien, es un adolescente consentido), lo sigue haciendo.
La notoriedad y el éxito le han devorado, y los únicos en España que han intentado cerrar los ojos a esta obviedad han sido los aficionados -aunque no todos, porque algunos siempre se sintieron molestos con él- del Real Madrid. Ahora, muchos que estaban dispuestos a darle el beneficio de la duda ya son incapaces de hacerlo. Hoy ya no genera tanta división como antes: hoy lo que hay es más bien un repudio generalizado. Con una notable excepción: el núcleo duro representado por el grupo conocido como los Ultra Sur, que aplaude el ojo en el dedo, que corea su nombre cuando los demás le pitan, que es incondicional en su lealtad al líder máximo y cuyas tendencias políticas, como es bien sabido, son -curiosa casualidad- de corte fascista." [John Carlin, en El País]
Y luego, los berrinches. Muchas de las ruedas de prensa de Mourinho han sido como sesiones públicas de psicoanálisis en las que descarga sus agravios contra el mundo, contra el destino o, por decirlo de otra manera, contra los árbitros o los jugadores rivales. Con la ceguera de un fundamentalista, es incapaz de reconocer que existen argumentos en su contra, que los árbitros se equivocan con el Barcelona tanto como con el Real Madrid, que si algún jugador rival finge, los suyos a veces fingen también. Su "¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?" la temporada pasada tras caer derrotado en la Liga de Campeones contra el Barcelona pasará a la historia, el equivalente futbolero al clamor de un Camus o un Sartre contra la apatía del universo, o la de un creyente dolido contra la injusticia divina."
"Es casi inevitable concluir que el motivo por el cual Mourinho cae tan mal entre tantos españoles (y más y más en el resto del mundo, ya que el Real Madrid es un fenómeno global) es que combina dos cualidades poco admirables en un ser humano: la inmadurez de un adolescente complicado con la intolerancia y la exigencia de lealtad absoluta de un dictador militar. Decía precisamente esto sobre Mourinho un conocido personaje del fútbol español en una conversación esta semana. Lo que le caracteriza, agregó, es un egocentrismo tan total que le da igual que el equipo a su mando sea el Madrid, el Chelsea, el Oporto o el Inter con tal de crear ejércitos en cuyos triunfos él se pueda vanagloriar; el fútbol es su escenario, pero no da ninguna sensación de amar el deporte en sí, como manifiestamente lo aman rivales suyos como Guardiola, o Alex Ferguson (del Manchester United), o Jorge Valdano. Lo suyo igual podría haber sido el béisbol, la banca o la política. Sería una traición mencionar el nombre del conocido personaje que citamos, pero tampoco es tan descabellada, o incluso tan especialmente aguda, su opinión. En realidad, es tan difícil de refutar como el brillante palmarés profesional del que Mourinho goza.
Como suele ser el caso en los adolescentes difíciles y los dictadores, el personaje que Mourinho expone al público (¿quién sabe, repetimos, cómo es en casa o con sus mejores amigos?) parece carecer de inteligencia emocional. Todos metemos la pata de vez en cuando, insultando al prójimo sin necesariamente querer hacerlo, delatando nuestras inseguridades o vanidades. Cuando lo recordamos, lo normal es ruborizarse y prometernos a nosotros mismos que no se va a repetir. Mourinho mete la pata una y otra vez, cayendo en el ridículo o el oprobio sin arrepentirse o siquiera, aparentemente, darse cuenta. No siente ninguna necesidad de corregir su comportamiento y, como carece de una figura paterna que le reprenda (más bien, es un adolescente consentido), lo sigue haciendo.
La notoriedad y el éxito le han devorado, y los únicos en España que han intentado cerrar los ojos a esta obviedad han sido los aficionados -aunque no todos, porque algunos siempre se sintieron molestos con él- del Real Madrid. Ahora, muchos que estaban dispuestos a darle el beneficio de la duda ya son incapaces de hacerlo. Hoy ya no genera tanta división como antes: hoy lo que hay es más bien un repudio generalizado. Con una notable excepción: el núcleo duro representado por el grupo conocido como los Ultra Sur, que aplaude el ojo en el dedo, que corea su nombre cuando los demás le pitan, que es incondicional en su lealtad al líder máximo y cuyas tendencias políticas, como es bien sabido, son -curiosa casualidad- de corte fascista." [John Carlin, en El País]
http://www.lalibretadevangaal.com/2012/01/mourinho-de-rey-a-hooligan.html
ResponderEliminar¿Y?
ResponderEliminarTodos pensábamos, incluso los barcelonistas, que Mourinho era la mejor opción para el Real Madrid. John Carlin también, ¿y qué? Es evidente (incluso para una parte importante del público del Bernabeu) que fue un error.
Todos sabíamos que era un entrandor polémico pero, ¿quién podía preveer los niveles de bajeza que alcanzaría?
Todos sabíamos que era un entrenador que ansía controlarlo todo pero, ¿quién podía preveer que hasta Florentino Pérez se arrodillaría ante él ofreciéndole la cabeza de Valdano como sacrificio?
Y respecto a la frase "No creo que haya que caer en el tópico de suponer que con Mourinho el Madrid va a jugar feo; que se va a convertir en un equipo rácano como el que eliminó al Barça de la Champions en el Camp Nou.", ¿quién podía preveer que Mourinho sería incapaz de aprovechar el inmenso talento que atesora el equipo más caro de la historia del deporte? ¿Quién podía pensar convertiría al Madrid en un equipo cobarte? Ni Carlin ni los aficionados blancos que le recibieron como un salvador.