"Capté otro fragmento perdido del desbaratado discurso: "Yo, antes que ser hipócrita, prefiero ser el punching ball de todos los cobardes". Tamaña declaración, por su épico masoquismo, me conmovió en lo más profundo de mi trompa de Eustaquio. Aquel ente parlanchín, alienígena o no, rodeado como estaba de una cohorte de cobardes, corría el peligro de perder definitivamente la capacidad de raciocinio, si es que no la había perdido ya. La reiterada utilización del yo daba idea de hasta qué punto se había atrincherado tras las barricadas del sí mismo. La afirmación de no ser hipócrita y no tener miedo a decir la verdad denotaba un patético afán por distinguirse de los demás, a los que tildaba de hipócritas y cobardes." [El País]
No hay comentarios:
Publicar un comentario